jueves, 15 de noviembre de 2012

La sutil melancolía, el momento cuando piras..

Pienso en tí... Strawberry fields! ... ¿qué importa, la verdad?



http://youtu.be/hKNklOVaKEA

She's mine (que no es poco) + Tus regalos deberían de llegar (tus muñecas boca arriba hacia el sol)..

martes, 13 de noviembre de 2012

Tuesday - suffocation.


ALGUNA VEZ VOY A SER LIBRE.



No soy un pez ni un arlequín
ni un extranjero
no tengo edad para morir 
amo este cielo 
no voy a esperar 
alguna vez voy a ser libre 

libre mi amor 
como el amor 
como quisiste 

Voy silbando bajo y siento tu voz así, 
una sirena de ambulancia 
voy quedando solo cada vez mas 
¿y qué? 

mi corazón ya no me basta
veo el reloj veo las 6 
voy hasta el baño 
ya amaneció 
y cerca de aquí comen el barro 

tengo que hacer 
tengo que dar 
lo que mas pueda 
ya anocheció cerca de aquí, 
tengo las pruebas 

Panorama para mi y para vos, por el 
por los que fueron y vinieron 
panorama enfermo en contradicción 
y yo... yo ya estoy listo como un perro 
tengo un pasaporte en el bolsillo para irme de acá 
tengo una canción en la cabeza y no puedo parar 
tengo que salir de la reforma de resucitar 
creo que estoy cerca mientras vos te alejas mas y mas 

Porque yo no tengo mapa de este mundo 
porque yo doy vueltas sobre el mismo punto 
porque yo no tengo mapa de este mundo 
no tengo mapa de este mundo, no...



http://youtu.be/4wwpVlUvtn4

Me pego un tiro con una palabra.

http://youtu.be/H888yfanNr8

domingo, 11 de noviembre de 2012

...

Empecé a decirle todo lo que iba a decirle diciéndole que lo amaba. Le dije que siempre lo había amado y siempre lo amaría. Eran cosas que había que decir antes de decir las otras. Y empecé a hablar. Poco importaba que él estuviera en otro lugar y no pudiera oír nada de lo que le estaba diciendo. Además, a media frase, se me ocurrió que Cliff sabía ya todo lo que le estaba diciendo, e incluso quizá mejor que yo, y que lo sabía desde hacía mucho tiempo. Cuando pensé en esto, dejé de hablar durante un par de minutos, y lo miré con un interés nuevo. Sin embargo, quería terminar lo que había empezado. Y seguí diciéndole, sin rencor o encono de ningún tipo, todo lo que tenía en la cabeza. Acabé diciéndoselo todo, lo peor y lo terminal, que sentía que no íbamos a ninguna parte, y que ya era hora de admitirlo, por mucho que quizá no hubiera ninguna manera de remediarlo.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Costumbre.

Tengo la fatal manía de levantarme al amanecer, y leer poesía.
Como si mi Sol no saliera hasta leer algunas evocaciones del amor, de la vida dulce...

Releo mis poemas favoritos, los redescubro.. pasajes que me gustaron, ahora me parecen imprescindibles, imponentes.. Aquí va uno que no deja de sorprenderme...


Muchacha en el primer ómnibus


Pálida como la temprana responsabilidad del aire,

de intemperie y destino modelas tu primera cara

tan pequeña aún para tus ojos,

demasiado frágil para soportar un nombre,

previa, frutal, creciente,

creciente fruto previo comenzando por dentro

como los blancos pormenores del naranjo.

Flor transitoria nacida momentánea

para invocar, pasando, la lentitud cabal

de un apogeo breve.




Serás. No eres. Apenas si sucedes.

Crisálida de tiempo tenue,

la voluntad te sueña como un absorto velo,

una altura te cae desde los hombros

y te silencia.

Más allá de tus manos

que suspenden y cierran el instante

en vibrante circuito y duradera calma

sobre la falda,

sigue un bajo desorden

que sólo tu belleza interrumpe,

excepción peregrina.




-Porque es difícil un goce sin imperio

las palabras te buscan en minucioso enjambre-.




Qué exactitud casual, qué comedido azar

contemplarte en tu víspera preciosa.

Cómo es puntual tu forma

y qué justa tu vida por ahora.

Sin embargo lo efímero se posa largo tiempo

en el punto de asombro de tu mirada con el mundo

y en el frío sobre tus labios.




Como la vida consumada es peso y colma

la piedra coronada ilustre y ciega,

los cónsules tallados en olvido,

como al olvido memorable, te pulimenta el frío,

en qué diverso mármol, que transcurre y florece,

en tu modo delgado lo veloz es visible.




Qué temprano se ha hecho de pronto.

Los pasajeros ya nunca llegaremos a tiempo.

Eres la única que tiene la edad del alba.

Avanzar a esta hora, da regreso.

Tú solamente viajas a favor del viaje.




Demasiado temprano para todos

-pesados y pretéritos

en la rama delgada de la hora-

salvo para quien como tú

germina rumbo inmóvil a un venidero mediodía

cuyo ardor ignora iluminadamente

con el sol a la espalda.




-Alta contra la ráfaga de las visiones

reverbera sucesión y tránsito.

Lleva sobre la frente un tiempo intacto,

un álgebra de propósitos le encrespa el pelo claro

y es su corona el tránsito-.




Tu corona es el tránsito.

viernes, 2 de noviembre de 2012

¡Adoro la teletransportación!

Una foto curiosa: un día, me puse a jugar con mi mamá, cuando vivía con ella..
Usamos un vaso largo, tipo florero que me había ganado en una fiesta para
recaudar fondos para el Laboratorio de Fotografía de la Escuela de Berazategui,
hace muuuuchos años. Únicamente me quedó esta imagen, como recuerdo de
 la complicidad disparatada que, a veces, tenemos con mamá.


16.

A unos les gusta el alpinismo. A otros les entretiene el dominó. A mí me encanta la transmigración.
Mientras aquéllos se pasan la vida colgados de una soga o pegando puñetazos sobre una mesa, yo me lo paso transmigrando de un cuerpo a otro, yo no me canso nunca de transmigrar.
Desde el amanecer, me instalo en algún eucalipto a respirar la brisa de la mañana. Duermo una siesta mineral, dentro de la primera piedra que hallo en mi camino, y antes de anochecer ya estoy pensando la noche y las chimeneas con un espíritu de gato.
¡Qué delicia la de metamorfosearse en abejorro, la de sorber el polen de las rosas! ¡Qué voluptuosidad la de ser tierra, la de sentirse penetrado de tubérculos, de raíces, de una vida latente que nos fecunda... y nos hace cosquillas!
Para apreciar el jamón ¿no es indispensable ser chancho? Quien no logre transformarse en caballo ¿podrá saborear el gusto de los valles y darse cuenta de lo que significa “tirar el carro”?...
Poseer una virgen es muy distinto a experimentar las sensaciones de la virgen mientras la estamos poseyendo, y una cosa es mirar el mar desde la playa, otra contemplarlo con unos ojos de cangrejo.
Por eso a mí me gusta meterme en las vidas ajenas, vivir todas sus secreciones, todas sus esperanzas, sus buenos y sus malos humores.
Por eso a mí me gusta rumiar la pampa y el crepúsculo personificado en una vaca, sentir la gravitación y los ramajes con un cerebro de nuez o de castaña, arrodillarme en pleno campo, para cantarle con una voz de sapo a las estrellas.
¡Ah, el encanto de haber sido camello, zanahoria, manzana, y la satisfacción de comprender, a fondo, la pereza de los remansos.... y de los camaleones!...
¡Pensar que durante toda su existencia, la mayoría de los hombres no han sido ni siquiera mujer!... ¿Cómo es posible que no se aburran de sus apetitos, de sus espasmos y que no necesiten experimentar, de vez en cuando, los de las cucarachas... los de las madreselvas?
Aunque me he puesto, muchas veces, un cerebro de imbécil, jamás he comprendido que se pueda vivir, eternamente, con un mismo esqueleto y un mismo sexo.
Cuando la vida es demasiado humana —¡únicamente humana!— el mecanismo de pensar ¿no resulta una enfermedad más larga y más aburrida que cualquier otra?
Yo, al menos, tengo la certidumbre que no hubiera podido soportarla sin esa aptitud de evasión, que me permite trasladarme adonde yo no estoy: ser hormiga, jirafa, poner un huevo, y lo que es más importante aún, encontrarme conmigo mismo en el momento en que me había olvidado, casi completamente, de mi propia existencia.

martes, 23 de octubre de 2012

Hoy me gusta la vida mucho menos…



Hoy me gusta la vida mucho menos,
pero siempre me gusta vivir: ya lo decía.
Casi toqué la parte de mi todo y me contuve
con un tiro en la lengua detrás de mi palabra.

Hoy me palpo el mentón en retirada
y en estos momentáneos pantalones yo me digo:
¡Tanta vida y jamás!
¡Tantos años y siempre mis semanas…!
Mis padres enterrados con su piedra
y su triste estirón que no ha acabado;
de cuerpo entero hermanos, mis hermanos,
y, en fin, mi ser parado y en chaleco.

Me gusta la vida enormemente
pero, desde luego,
con mi muerte querida y mi café
y viendo los castaños frondosos de París
y diciendo:
Es un ojo éste, aquél; una frente ésta, aquélla…
Y repitiendo:
¡Tanta vida y jamás me falla la tonada!
¡Tantos años y siempre, siempre, siempre!

Dije chaleco, dije
todo, parte, ansia, dije casi, por no llorar.
Que es verdad que sufrí en aquel hospital que
queda al lado
y está bien y está mal haber mirado
de abajo para arriba mi organismo.

Me gustará vivir siempre, así fuese de barriga,
porque, como iba diciendo y lo repito,
¡tanta vida y jamás! ¡Y tantos años,
y siempre, mucho siempre, siempre siempre!

Entrega.



http://youtu.be/zqA8vRSia7E


And it's only the givingthat makes you what you are...

sábado, 20 de octubre de 2012

Famous Blue Raincoat.

LEONARD COHEN:
http://youtu.be/9aRKZFR5imM

CHRISTINA ROSENVINGE: 
http://youtu.be/1yajC0geBOc



Las tres de la noche de un frío diciembre
Te escribo esta carta de verbo hiriente
Aquí en Nueva York me siento tan libre
Hay música siempre, es increíble.
Se que te estás haciendo una cabaña en el desierto
Y que vives con nada, espero que aun guardes recuerdos

Y Jane trajo con ella un mechón
Diciendo: “Él me lo dio”
La noche que ibas a hablar
¿Lo hiciste al final?

Con tu impermeable roto y sin porte
Te vi en la estación andando sin norte
Allí te quedaste esperando algún tren
Volviste a casa sin Lilli Marlene
Trataste a mi esposa como una brizna que vuela en el aire
Y cuando volvió ya no era la mujer de nadie.
Allí estabas tú, trepando por el balcón
Otro alegre ladrón, que estaría otra vez
Dice que cómo estás
¿Qué puedo decirte mi hermano asesino que vives sin ley?
Te perdono ya sabes y te hecho de menos,
La corona no tiene rey
Si caes por aquí
Por ella o por mí
Tu enemigo duerme, su mujer no es feliz
Y gracias, por el brillo de luz
Que das a sus tristes ojos
Ya ves, yo fui incapaz
Y Jane, trajo con ella un mechón
Diciendo: “Él me lo dio”
La noche que ibas a hablar
Saludos, L.Cohen.

Dance me to the end of love.

Leonard Cohen:
 http://youtu.be/VGpMmB0QJqc

The Civil Wars:
http://youtu.be/bgFh1rEr5dM

Jorge Drexler:
http://youtu.be/6S4MGscWgi0

Mi Sábado 20-Oct.


Tiempos Modernos.

La Strada - Fellini.

Metrópolis.

viernes, 19 de octubre de 2012

Giróvago.

Año 2009. Mi reflejo en  La Candelaria.
Una escuela en las afueras de Santiago del Estero muy muy pobre.
Y una comunidad de gente grandiosa..

Tu cuerpo en pequeñas y grandes habitaciones, tu cuerpo subiendo y bajando escaleras, nadando en estanques, lagos, ríos y mares, tu cuerpo atravesando laboriosamente campos cubiertos de barro, tu cuerpo tendido en la alta hierba de prados solitarios, andando por las calles de la ciudad, ascendiendo trabajosamente por lomas y montañas, tu cuerpo sentado en sillas, tumbado en camas, estirado en playas, montando en bicicleta por carreteras comarcales, caminando por bosques, praderas y desiertos, corriendo por pistas de ceniza, saltando en suelos de madera, de pie bajo la ducha, metiéndose en baños calientes, sentado en retretes, esperando en aeropuertos y estaciones ferroviarias, subiendo y bajando en ascensores, yendo incómodamente sentado en coches y autobuses, caminando en medio de tormentas sin paraguas, sentándose en aulas, mirando en librerías y tiendas de discos (R.I.P.), instalándose en auditorios, cines y salas de conciertos, bailando con chicas en gimnasios de institutos, remando en canoas por ríos, remando en botes por lagos, comiendo en mesas de cocina, comiendo en mesas de comedores, cenando en restaurantes, comprando en grandes almacenes, en tiendas de electrodomésticos, en tiendas de muebles, en zapaterías, ferreterías, tiendas de comestibles y de ropa, haciendo cola para pasaportes y permisos de conducir, recostándose en sillas con las piernas apoyadas en escritorios y mesas mientras escribes en cuadernos, encorvándose sobre máquinas de escribir, caminando sin gorro bajo tormentas de nieve, entrando en iglesias y sinagogas, vistiéndose y desnudándose en dormitorios, habitaciones de hotel y vestuarios, de pie en escaleras mecánicas, tumbado en camas de hospitales, sentado en camillas de reconocimiento en consultas de médicos, sentado en sillones de barberos y dentistas, dando saltos mortales en la hierba, saltando a piscinas, paseando despacio por museos, regateando con balones de baloncesto en patios de recreo, lanzando pelotas de béisbol y de fútbol americano en parques públicos, percibiendo las diversas sensaciones de caminar sobre suelos de madera, de cemento, baldosas y piedra, las diferentes impresiones de poner los pies en arena, tierra y hierba, pero sobre todo la sensación de las aceras, porque así es como te ves a ti mismo siempre que te paras a pensar quién eres: un hombre que camina, un hombre que se ha pasado la vida andando por las calles de la ciudad.


16:10


Fue en ese cine, ¿te acuerdas?,
en una mañana al este de Edén,
James Dean tiraba piedras
a una casa blanca, entonces te besé.
Aquélla fue la primera vez,
tus labios parecían de papel,
y a la salida en la puerta
nos pidió un triste inspector nuestros carnets.
Luego volví a la academia
para no faltar a clase de francés,
tú me esperaste hora y media
en esta misma mesa, yo me retrasé.

¿Quieres helado de fresa
o prefieres que te pida ya el café?.
Cuéntame como te encuentras,
aunque sé que me responderás: muy bien.
Ten, esta foto es muy fea,
el más pequeño acababa de nacer.
Oiga, me trae la cuenta,
calla, que fui yo quien te invitó a comer.
No te demores, no sea
que no llegues a la hora al almacén;
llámame el día que puedas,
date prisa que ya son las cuatro y diez.


http://youtu.be/4w7mrt0Wjqo

jueves, 18 de octubre de 2012

La ducha.


Nos gusta ducharnos después
(a mí me gusta el agua más caliente que a ella)
y su rostro siempre es suave y tranquilo
y ella me lava primero
me extiende el jabón por los huevos
los levanta
los aprieta,
luego me lava la polla:
“¡oye, esto sigue duro!”
luego me lava el vello de ahí abajo,
la tripa, la espalda, el cuello, las piernas,
yo sonrío, sonrío, sonrío,
y después la lavo yo a ella…
primero el coño,
me pongo detrás, mi polla en sus nalgas
suavemente enjabono los pelos del coño,
lavo ahí con un movimiento suave
tal vez me detenga más de lo necesario,
luego las piernas por detrás, el culo,
la espalda, el cuello, la hago girar, la beso,
enjabono los pechos, luego la tripa, el cuello,
las piernas por delante, los tobillos, los pies,
y luego el coño, una vez más, para que me dé suerte…
otro beso, y ella sale primero,
se seca, a veces canta mientras yo sigo allí
pongo el agua más caliente
disfrutando los buenos momentos del milagro amoroso
luego salgo…
normalmente es por la tarde y todo está tranquilo
ý mientras nos vestimos hablamos sobre qué otra cosa
podríamos hacer,
pero el estar juntos lo resuelve casi todo,
en realidad, lo resuelve todo
porque mientras esas cosas están resueltas
en la historia de un hombre y
una mujer, es diferente para cada uno
mejor y peor para cada uno…
para mí, es tan espléndido como para recordarlo
después de la marcha de los ejércitos
y de los caballos que pasan por las calles fuera
depués de los recuerdos del dolor y el fracaso
y la desdicha:
Linda, tú me has traído esto 
cuando te lo lleves 
hazlo lenta y suavemente 
hazlo como si estuviera muriéndome en sueños 
en lugar de en vida, 
amén.


Se me eriza la piel cada vez que leo este poema. La declaración de amor mas sincera que leí a lo largo de mi vida.

http://youtu.be/VmguQyLWVoI

martes, 16 de octubre de 2012

La distancia adecuada.

¡Qué preciosa es!


http://youtu.be/OHwbf-aAbUU


CROSS A LA MANDÍBULA.



Vos no sabés qué es el amor
(una tarde con Charles Bukowski)

por Raymond Carver



Vos no sabés qué es el amor
dijo Bukowski
tengo 51 años
y estoy enamorado de esa pendeja
me pegó fuertísimo
pero no te preocupés
ella también está enganchada
así debe ser mi viejo
yo me les meto en la sangre
y ya no pueden olvidarme
Tratan de alejarse
pero finalmente vuelven
todas ellas vuelven
salvo ésa
que dejé plantada
Me hizo llorar y mucho
bueno en realidad
en esos días
tenía la lágrima fácil
Por favor
no me dejes tomar bebida blanca
me pongo mal –me vuelvo despreciable
Yo podría sentarme con Uds.
hippies queridos
y chupar cerveza toda la noche
sí diez latas o más de esta cerveza, y nada
–todo bien es como agua
Pero si tomo licor
empiezo a tirar gente por la ventana
ya lo he hecho
Vos no sabés qué es el amor
Porque no te has enamorado
así de simple
yo tengo esta mina joven
que es muy, muy hermosa
Ella me llama Bukowski
Bukowski repite con su voz
suave y melodiosa
yo le contesto QUÉ
Vos no sabés qué es el amor
te estoy tratando de explicar
y no me escuchás
Si el amor irrumpiera en esta habitación
y les pateara el culo
ninguno de Uds.
podría reconocerlo
En una época pensaba
que las lecturas de poesía
eran un modo de entregarte
Mirá yo tengo 51 años
conozco algo la calle
sé que significa una lectura
pero me dije Bukowski
cagarte de hambre
es la peor de las entregas
Entendéme nada es lo que debiera ser
Ese tipo –cómo se llama
sí ese tal Galway Kinnell
ví su foto en una revista
Tiene su pinta
pero es profesor
Cristo Dios imagináte eso
Pero Uds. También enseñan
y yo ya estoy insultándolos
qué voy a hacer
No -no sé quién es
y ese otro menos
Todos son insectos
egos desproporcionados
Yo ya no hago muchas lecturas
pero ésos que construyen
una reputación
basada en 5 ó 6 libros
son todos unos insectos
BUKOWSKI dice ella
Por qué escuchás
música clásica todo el día
Eso te sorprende
no imaginás a una bestia como yo
escuchando música clásica
todo el día
Brahms Rachmaninoff Bartok Telemann
Carajo no puedo escribir en esta casa
Demasiado silencio muchísimos árboles
prefiero el centro de la ciudad
ése es mi ambiente natural
pongo mi radio en FM y la música
la música clásica fluye toda la mañana
y me siento frente a la máquina
y enciendo un habano
y lo fumo así de esta manera
así
INTENSAMENTE
Me digo Bukowski
sos un tipo con suerte
Bukowski viviste todo
sos un viejo con suerte
El humo azul flota
en la habitación y yo miro
a través de la ventana
observo la avenida Delongpre
Veo a muchas personas
caminando por las veredas
Apago el cigarro
aspiro profundamente
y comienzo a escribir
Bukowski esto es vida
Pienso
es bueno ser pobre
es bueno tener hemorroides
es bueno estar enamorado
Pero vos no sabés lo que es
Vos no sabés qué es el amor
Si la vieras comprenderías
todo lo que te quiero explicar
Ella imaginó
que fui a su casa
a encamarme
Ella adivinó mis intenciones
me lo dijo
Mierda tengo 51 años
ella sólo 25 y estamos enamorados
Ella es sumamente celosa
Jesús esta es la belleza total
Me dijo
que me arrancaría los ojos
si yo salía con otra mujer
Entendés esto es el amor
Que saben Uds.
Les voy a contar algo
he conocido a tipos en la cárcel
que tienen más estilo
que las personas
que vienen a esta universidad
a las lecturas de poemas
Son chupasangres
que quieren comprobar
si las medias del poeta
están limpias
si usa desodorante
Creánme no intento defraudarlos
Quiero que recuerden algo
en esta habitación hay un solo poeta
sólo un poeta esta noche en la ciudad
y ese poeta soy yo
Qué mierda saben Uds. de la vida
Qué saben de cualquier cosa
A quién de Uds. lo echaron del trabajo
Quién fajó a su hembra
A quién lo apaleó su hembra
A mí por ejemplo
me echaron de Sears Roebuck
cinco veces
y me recontrataron otras tantas
Trabajaba en los depósitos
ya tenía 35 años
y me echaron porque creían
que yo robaba galletitas
Sé de qué se trata
Estuve ahí
Tengo 51 años ahora y estoy enamorado
Esta pendeja me dice
Bukowski
le contesto siempre
QUÉ
Tenés la cabeza llena de mierda
BEBÉ vos sí que me comprendés
Ésta es la única hembra
hombre o mujer en este mundo
de la que aceptaré
comentarios de esta índole
Vos no sabés qué es el amor
Todas vuelven finalmente
salvo ésa de la que ya te hablé
Estuvimos juntos siete años
y nos chupamos todo absolutamente
Hay un par de dactilógrafos
esta noche en esta habitación
pero escasean los poetas y no me sorprende
Tenés que conocer el amor para escribir poesía
y….
Vos no sabés qué...
Ése es tu problema, el amor
Dame un poco de eso puro sin hielo
Bueno ya es hora de comenzar el espectáculo
Sí si ya sé lo que dije
Sólo un trago más
tiene buen sabor
Vamos quiero terminar esta lectura temprano
Y después no se descuiden
no se acerquen a las ventanas

Auto-conocimiento.

Conozco perfectamente la forma de mis clavículas y mis hombros, el camino bien definido que marcan del cuello a mi pecho izquierdo mis cuatro lunares.... Anfitriones incuestionables que incitan a conocer mi tatuaje, suave... de diamante.
Conozco correctamente las muecas que hago al llorar. Hace poco acepté mi risa, como algo mío característico.
Mi voz nasal, mi respiración por la boca, ronca. El centro de labios, el superior siempre seco..
El dolor constante de cervical, con su curva rectificada, por aquel viejo golpe.
El crepitar de mi columna al arquearse hacia atrás.
Mis codos secos, el sabor de mis lágrimas, el perfume de la piel de mis manos.

Aprendí a distinguir con los años cual de mis ojos era el azul, y cual el marrón cuando nací.
Es más, dejé de refregarme la piel debajo de la línea de mi ojo derecho (mi parpado inferior), para ratificar si esa manchita era un poco de maquillaje corrido, o tres de mis minúsculas pecas mal ubicadas.
Mis muslos de redondez perfecta, los hoyos de arriba de mi cadera, que continúan hasta mi pobre columna desviada, la famosa lordosis de las Cerbin.
Una mujer tan descarada, incapaz de irse de vacaciones mas de 20 días sin su vieja gatita..

Sé diferenciar a mis dolores de cabeza, y de que ojo veo menos. Las puntadas en el pecho... musculares o de angustia... Que tan rápido me crece el pelo y las uñas, (hasta podría definir una velocidad).

Me conozco, sin duda, son años de observación..
Tanto, tanto me conozco, que puedo afirmar con total exactitud que en el último mes me salió un lunar nuevo. Un circulo marrón perfectamente definido en la planta de mi pie derecho.
Me conozco, repito. Años de contemplación, y yo siempre atenta a todo detalle nuevo o algún que otro cotidiano.

Es por esto que puedo decir que no soy nada mas que la mujer que camina, camina y camina, buscando bares para esconderse y tomar café mientras escribe o lee.
La misma que disfruta deambular bajo la lluvia, quien camina leyendo un libro, y quien se cruza la vereda para acariciar cualquier gato callejero.



Soy quien le reza todas las noches a sus dioses, unas líneas de Oliverio.
Y quien duerme con la espalda desnuda, por si acaso...

No soy mas que eso, lo sé.

lunes, 15 de octubre de 2012

CREDO Y TÉCNICA PARA LA PROSA MODERNA: LISTA DE ESENCIALES.



1. Cuadernos de notas secretos, garabateados, y páginas salvajemente escritas a máquina, para tu propia felicidad.

2. Sométete a todo, abierto, escuchando.

3. Intenta no emborracharte fuera de casa.

4. Enamórate de tu propia existencia.

5. Lo que sientas encontrará su propia forma.

6. Sé el santo ingenuo de tu imaginación.

7. Sopla tan profundo como quieras soplar. Respira bien fuerte.

8. Escribe lo que creas insondable, desde lo hondo de tu imaginación.

9. Describe las inenarrables visiones del ser.

10. No le des más tiempo a la poesía del que precisa con exactitud.

11. Cosquillas visionarias temblando en tu pecho.

12. Sueña en trance permanente los objetos que están delante de ti.

13. Deshazte de tus inhibiciones literarias, gramaticales y sintácticas.

14. Como Proust, sé un viejo fumado del tiempo.

15. Traduce constantemente la historia real del mundo a tu monólogo interior.

16. La joya central del interés es un ojo dentro del ojo.

17. Escribe para recordar. Vive tu memoria y asómbrate.

18. Sé conciso en una mirada aguzada. Dirígete desde el centro a la orilla, nada el mar del lenguaje.

19. Acepta para siempre el fracaso. Acepta perderlo todo.

20. Cree en el sagrado contorno de la vida.
21. Esfuérzate en describir el fluido que ya existe en tu mente. Descubre el raudal todavía inédito que hay en tu espíritu.

22. Si te detienes, no pienses en la palabra más que para ver mejor la imagen.

23. Síguele el rastro a cada día, en el bálsamo de las mañanas.

24. No temas o te avergüences del conocimiento, el lenguaje o la dignidad de tu experiencia.

25. Escribe para que el mundo vea la exacta imagen que tienes de él.

26. Un libro-film, es una pelicula de palabras, he ahí la forma visual americana.

27. Alaba el carácter del parpadeo de la inhumana soledad.
28. Composición salvaje, pura, indisciplinada, venida de adentro, alocada si es posible.

29. Eres un genio, SIEMPRE.

30. Autor-realizador del cine terrestre, financiado por los ángeles del Paraíso.








Amén.

Hasdala.


Los grandes libros son reales.
Uno ve el barco. Ve los personajes, siente las risas, las conversaciones ajenas.
Los grandes libros son auténticos.
La marea es innegable. El ron de las Antillas, el tabaco para el mar, los olores, los aromas, el encierro de la sentina.. Las duchas de la Magenta Star y los jabones de pino aromatizando los camarotes de roble.. Como el agua nos cubre, y maldecimos por el bamboleo de la embarcación..
Quizás el Malcolm aún solemne se balancee sobre las aguas ocèanicas.

Tres imágenes para mi vigilia (en vela).



viernes, 23 de septiembre de 2011

1- Los peregrinos salieron debajo del asfalto, como ratas, a copar el tren. Aplastados unos con otros, banderas, conversaciones a los gritos e incomodidad en el Roca. Algo insòlito. Nunca vi tantas personas aglutinadas a una hora tan temprana, en mi querido ferrocarril.
Sin duda èsta mañana en La Plata habrìa algo nuevo, algo distinto.. Como todos los dìas. Ciudad sùbita.
Por lo pronto era invierno otra vez. Al cruzar las avenidas, el viento te acompañaba hasta la otra vereda, llevàndose con toda ferocidad las voces de los entusiasmados del tren.
-Es el diablo que se metiò en su cuerpo y le està comiendo la vesìcula.. Si Kali fuera mas a la iglesia...

2- Como un impasse mental, cambiamos de imagen. Afluentes del Rio de La Plata, veteados con burbujas blancas, dispuestas en una gran composicion GEOMETRICA de grises, verdes, marrones y el destacado blanco de una garza. Besè el riacho con la mirada, lo recorrì. El rio abierto es seductor. Pero el arroyo salvaje, es una delicia. La generosa naturaleza me acariciò.. Con el perfume, con la sensacion del aire de ultramar, me abrazo, me estremecio, y dejo pendiente una invitacion, para un futuro encuentro..
Quizas ese haya sido mi ultimo sentir.. No estuvo mal..

3- A la vuelta, despidiendome de la ciudad sùbita en el mismo contexto en el que lleguè, ventoso, gris, humedo, amenazador, veo pasar a una mujer, una ùnica mujer con un paraguas inmenso...
Inevitablemente, me invadio el terror.. Comencè desesperadamente a preguntarme.. Y si acaso llovia y yo ya no podia sentirlo? Me daria cuenta si alguna vez me pasara?
Perder el sentido del tacto y darme cuenta que ya no està.. Cambiaria mucho las cosas?
Que tacto puede tener uno en primavera? Las hormigas picandote la espalda cuando uno se tira al sol un dìa de calor...
Uno le debe la resignaciòn al aislamiento.. La distancia lacerante mata a la percepciòn.
Quizas, es un juego ciclico que alguien maneja y disfruta, matar a los sentidos con el invierno que te cala los huesos, (probablemente por eso duelan cuando el viento helado te choca furioso), para despues despertar los sentidos vez, por un beso del amante, la lengua recorriendo la mèdula. Despabilar al Sistema Nervioso Central.

Quizas, quizas, el frio se colò en mi piel, y mis celulas ya murieron. Estoy segura de eso. Veo la llovizna, pero no la siento.
La lluvia debe ser real. Fue anunciada en el pronòstico de èsta mañana. Esa mujer no puede estar equivocada.. ¿porque deberia estarlo? Y mas con un paraguas tan enorme.
Es evidente, yo ya no siento.


(1876) Mujer con Paraguas -- Edgar Hilaire Degas.

sábado, 13 de octubre de 2012

Se llamaban Abelardo y Eloísa..

¡Qué pequeña es la luz de los faros de quien sueña con la libertad!




Con pretexto de la ciencia nos entregábamos totalmente al amor. Y el estudio de la lección nos ofrecía los encuentros secretos que el amor deseaba. Abríamos los libros, pero pasaban ante nosotros más palabras de amor que de la lección. Había más besos que palabras. Mis manos se dirigían más fácilmente a sus pechos que a los libros. Con mucha más frecuencia el amor dirigía nuestras miradas hacia nosotros mismos que la lectura las fijaba en las páginas. [...] Ninguna gama o grado del amor se nos pasó por alto.Abelardo (carta)


http://youtu.be/A2f3fsgYQZ4 

De la ausencia y de tí.

Velia.
Ahora sólo me queda buscarme de amante
la respiración.
No mirar a los mapas, seguir en mí mismo,
no andar ciertas calles,
olvidar que fue mío una vez cierto libro.
O hacer la canción.
Y decirte que todo esta igual:
la ciudad, los amigos y el mar,
esperando por ti,
esperando por ti.

Sigo yendo a Teté semana por semana
¿te acuerdas de allá?
Hoy habló de fusiles despidiendo muertos.
Yo sé que ella me ama,
es por eso tal vez que te siento en su sala,
aunque ahora no estás.
Y se siente en la conversación,
o será que tengo la impresión,
de la ausencia y de ti,
de la ausencia y de ti.

No quisiera un fracaso en el sabio delito
que es recordar.
Ni en el inevitable defecto que es
la nostalgia de cosas
pequeñas y tontas como en el tumulto
pisarte los pies.
Y reír y reír y reír,
madrugadas sin ir a dormir,
sí, es distinto sin ti.
Muy distinto sin ti.

Las ideas son balas hoy día y no puedo
usar flores por ti.
Hoy quisiera ser viejo y muy sabio y poderte
decir lo que aquí no he podido decirte,
hablar como un árbol
con mi sombra hacia ti.
Como un libro salvado del mar,
como un muerto que aprende a besar,
para ti, para ti,
para ti, para ti.


http://youtu.be/_EQdpbmCIwE

viernes, 12 de octubre de 2012

Toque Dela.


Las puertas de la percepción.

Robert Doisneau.
Domingo 19 de Febrero de 2012.


http://stevemccurry.wordpress.com/2012/02/19/the-lives-we-live/

Las puertas que se cierran, delimitan espacios, nos dan tranquilidad, privacidad, la intimidad necesaria para comenzar un juego de pieles extasiadas.
Cerradas, nos sorprenden. Por su ruido, su fragilidad o su imponencia..
Nos revela secretos, nos esconde tras ella.
Siempre está fría sobre la espalda cuando el amante te ahoga sobre la madera..
Las puertas que se abren, para dar paso a la corriente de aire, para ser dejadas atrás, para mostrarnos un nuevo escondite, una situación in fraganti, el cielo, la lluvia.. El limite, siempre el limite entre lo que se va y lo que viene. Un paso adelante y accedemos a otro espacio. A los que queríamos llegar, o a los que no queríamos volver.
Te abren paso a la luz, al día  al amanecer, al mar, a la vida.. O te invitan a la oscuridad, al refugio, al aire caliente condensado, a tu cama, a mi hogar.. Refugio sagrado en caso de terremoto.
La vida es una sucesión de habitaciones, que se abren, se cierran, y espacios en común que compartimos con quien tenga el gusto o no, de acompañarnos..
Mientras una puerta se abre, dos espacios antes distantes, ahora se conectan.
Y siempre, siempre, el acto es acompañado por un paso al frente.

12/10: Día del respeto de la diversidad cultural.


Nos cortaban las orejas
y nos amputaban un brazo o un pie.
Les arrancaban los pechos
a nuestras mujeres, ¡cuánto padecer!

¿Quién puede entender?
¿Quién puede entender
al dios de estos hombres?
Dime quién puede entender.

Ya no habrá empalados, nunca torturados:
no nos van a mutilar.
Toda la raza diaguita
se levanta en pleno por su libertad.

Palabras sin Lucía.

Ojalá se te acabe la mirada constante,
la palabra precisa, la sonrisa perfecta.
Ojalá pase algo que te borre de pronto:
una luz cegadora, un disparo de nieve,
ojalá por lo menos que me lleve la muerte
en todos los segundos, en todas las visiones:
ojalá que no pueda tocarte ni en canciones.

Es mi Holga, íntima amiga del azar, que juega con las aberraciones lumínicas,  y me amputa brazos, rostro, nariz....



IV.
    Aprendí cómo cuidar a los gatos y dar vuelta una tortilla sin que se desarme.
    Mejoré mis miradas atrapando ideas sueltas al vuelo: conexiones antes de que se produjeran, alegrías antes de ser desatadas.
    Recomiendo prudencia y moderación con estos logros. Deben quedar incorporados a la memoria como propios y alejados de aquel tiempo de la enseñanza mutua.
   Que tan sólo llegue un eco, como de una anamnesis socrática: encarnamos un cuerpo que ha olvidado lo que proviene desde un mundo inteligible. Parte de un amor que ya es una idea.


jueves, 11 de octubre de 2012

Princesa Bacana.

Ya cuelgo de tu ombligo, no juegues conmigo, tus juegos de salón..
Mueve tú primero, que yo aquí te espero, anticipando el tacto de cada labio de tu beso..

Noctívago.


..."abrí mi cuarto, mi pequeña apariencia de hogar, donde me esperaban el sillón y la estufa, el tintero y la caja de pinturas, Novalis y Dostoiewski, igual que a los otros, a los hombres verdaderos, cuando vuelven a sus casas, los esperan la madre o la mujer, los hijos, las criadas, los perros y los gatos."

miércoles, 10 de octubre de 2012

Ict.


Hoy me siento sustancialmente cansada.
Solo eso.
Volví a matar a un bebito. Un bebé perro, claro.
Agonizaba.
Agonizaba hace varios días.
Para la veterinaria (comercio y médica en cuestión), solo era un ingreso más.
Un análisis de sangre en camino, tres días de internación, posible ecografía, y quien sabe.. quizas hasta una cirugía exploratoria.
El animalito no paraba de sollozar, deliraba; habia perdido el control de sus efinteres, ya no abria los ojos y no tenia fuerza.
Estaba hipotermico, y habia pasado la noche a solas (al contrario de lo que nos obligan a decirle a los dueños), sin estufa, sin bolsa de agua caliente, sin abrigo.
Apenas podia respirar, y sabiamos que su cuadro era irreversible.
Un bebé de la calle, ictérico, desnutrido, descalcificado, carcomido por la sarna y repleto de garrapatas, por lo tanto, anémico.
Me dolía mirarlo, cambiarlo, limpiarlo... y le hacia mimos pidiendole perdon, por haber caido en manos de gente tan brutal.
La Doctora, no hacia mas que burlarse de su padecimiento... y de mis pequeñas lagrimas de verguenza. Siempre mal vistas por mis compañeros de trabajo.
Andrea queria dormir la siesta de las 14hs, y el chiquito no paraba de gimotear.
Fue en cuanto se descuidó que llené hasta 2ml la jeringa de Eutanil, y le pasé el liquido rosa viscoso por vena al bebé, sin que ella supiera.
Gimió, levantó su cabeza, y cayó rendido.
-¡Uy! Se murió el negrito - exclamó - Que cagada, ahora tengo que cancelar el DIAP, y devolverle la guita del análisis...

Lo maté.
No me siento mal.
Sino que, sustancialmente cansada.
El cansancio, la tristeza, ya me subió por la medula hasta la cervical (donde siempre duele); donde nace y se expande el tubo neural en finas ramificaciones que se adentran en el globo.
Por el globo, hasta el globo, que estalla de vacío y provoca una reacción en cadena, hormonal, acuosa sobre todo..
Y se me caen las lágrimas.
Solo eso.

martes, 9 de octubre de 2012

Intimidad.


Tengo unas gestiones que hacer al oeste del estado, así que aprovecho para pararme en la pequeña población donde vive mi ex mujer. No nos hemos visto en cuatro años. Pero de cuando en cuando, siempre que se publica algo mío o escriben sobre mí en revistas y periódicos -una semblanza, una entrevista-, le envío los recortes. No sé por qué lo hago; tal vez porque pienso que puede interesarle. Pero ella nunca me contesta.
Son las nueve de la mañana. No la he llamado por teléfono, y la verdad es que no sé cómo va a recibirme.
Pero me deja pasar. No parece sorprendida. No nos damos la mano. Ni que decir tiene que no nos besamos. Me hace pasar a la sala. Llevo apenas unos segundos sentado cuando me trae café. Luego empieza a decirme lo que piensa. Dice que soy el culpable de su angustia, que he hecho que se sienta desnuda y humillada.
Que quede claro: me suena tan familiar que no me siento en absoluto incómodo.
Dice: Y entonces te metiste de lleno en el engaño. Tan pronto. Siempre te has sentido bien en el engaño. No, no es cierto. Al principio al menos no era así. Entonces eras diferente. Pero también yo era distinta, imagino. Todo era distinto entonces. No, fue después de que cumplieras los treinta y cinco, o treinta y seis, por esa época, no sé cuándo exactamente, mediada la treintena. Entonces empezaste. Vaya si empezaste. Te volviste contra mí. Te despachaste a gusto. Debes de sentirte muy orgulloso de ti mismo.
Dice: A veces tengo ganas de gritar.
Deberías olvidar los días duros, los malos tiempos al hablar de aquella época, me dice. Párate a pensar también en los buenos, me dice. ¿O es que no los hubo? Le gustaría que dejase a un lado los otros, los malos. Está harta del dichoso tema. Hastiada de oír hablar de ello. Tu cantinela preferida, dice. Lo hecho, hecho está, y el pasado nadie puede cambiarlo. Una tragedia, sí. Bien sabe Dios que fue una tragedia, más que una tragedia. Pero ¿a qué viene volver sobre ello? ¿Es que no te cansas nunca de desenterrar la vieja historia?
Dice: Deja a un lado el pasado, por el amor de Dios. Todas esas viejas heridas. Seguro que en tu carcaj han de quedarte otras flechas.
Dice: ¿Sabes una cosa? Creo que estás enfermo. Creo que estás como una cabra. Oye, ¿no te creerás todas esas cosas que dicen de ti? No te las creas ni en broma. Mira, yo podría contarles un par de cosas. Déjame hablar con ellos; yo sí que podría contarles algo bueno.
Dice: ¿Me estás escuchando?
Te estoy escuchando, digo. Soy todo oídos, digo.
Dice: ¡Lo que he tenido que aguantar, señor mío! Y además, ¿quién te ha pedido que vengas a verme? Yo no, desde luego. Apareces y entras. ¿Qué diablos quieres de mí? ¿Sangre? ¿Más sangre? Pensaba que tenías ya la panza llena.
Dice: Piensa que estoy muerta. Quiero que me dejes en paz. Lo que quiero es que me dejes en paz, que me olvides. Mira, tengo cuarenta y cinco años. Cuarenta y cinco, y tengo la impresión de tener cincuenta y cinco, o sesenta y cinco. Así que déjame en paz, ¿quieres?
Dice: ¿Por qué no borras toda la pizarra y miras luego lo que queda? ¿Por qué no empiezas de nuevo otra pizarra? Hazlo, a lo mejor llegas lejos.
Esto último le hace reír. Yo río también, pero en mi caso son los nervios.
Dice: ¿Sabes una cosa? También yo tuve mi oportunidad, pero la dejé pasar. Sí, la dejé pasar. No creo habértelo contado nunca. Pero ahora mírame. ¡Mírame! Echame un buen vistazo, ahora que puedes. Me dejaste tirada como un trapo, grandísimo hijo de perra.
Dice: En aquel tiempo yo era más joven, y mejor persona. Quizá tú también lo eras. Mejor persona, me refiero. Lo eras, sin duda. Tenías que ser mejor persona, porque si no nunca habría tenido nada que ver contigo.
Dice: Te quise tanto. Te quise con locura. Sí, así te quise. Más que a nada en el mundo. ¿Te das cuenta? Es para morirse de risa. ¿Te imaginas? Estábamos tan íntimamente unidos en aquella época que apenas puedo creerlo. Creo que eso es precisamente lo que más extraño se me hace ahora. El recuerdo de haber tenido tal intimidad con alguien. Una intimidad tan grande que me dan ganas de vomitar. No me cabe en la cabeza una intimidad así con otra persona. Nunca he vuelto a tenerla.
Dice: Sinceramente, quiero que me dejes al margen de todo de ahora en adelante. Lo digo en serio. Además, ¿quién te has creído que eres? ¿Te crees Dios o algo parecido? Tú no eres digno ni de lamerle las botas. Ni las botas de Dios ni las de nadie, si vamos al caso. Señor mío, ha estado usted frecuentando gente que no le conviene. Pero ¿qué puedo saber yo? Ya ni siquiera sé qué es lo que sé. Pero sé que no me gusta lo que has ido repartiendo a manos llenas. Al menos sé eso. Ya sabes a lo que me refiero, ¿no? ¿Me equivoco?
No, digo. En absoluto.
Dice: Vas a darme la razón en todo, ¿no? Te das por vencido muy fácilmente. Siempre has sido igual. No tienes principios, ni uno solo. Eres capaz de cualquier cosa con tal de escurrir el bulto al menor conflicto. Aunque eso no viene a cuento.
Dice: ¿Te acuerdas de aquella vez que te amenacé con un cuchillo?
Lo dice como de pasada, como si se tratara de algo sin importancia.
Vagamente, digo. Seguramente me lo merecía, pero no lo recuerdo bien. Vamos, cuéntamelo, adelante.
Dice: Creo que ahora empiezo a entender... Creo que sé a qué has venido. Sí. Sé por qué estás aquí, aunque quizá tú no lo sepas. Pero eres un viejo zorro. Sabes por qué estás aquí. Has salido de pesca. En busca de material. ¿Me acerco? ¿He dado en el clavo?
Cuéntame lo del cuchillo, digo.

Dice: Si te interesa saberlo, lamento no haber llegado a utilizarlo. De veras. Lo digo con el corazón en la mano. Lo he pensado una y mil veces, y siento mucho no haberlo utilizado. Tuve ocasión de hacerlo. Pero vacilé. Dudé y la oportunidad se perdió, como dijo alguien. Pero debería haberlo utilizado, y al diablo con todo. Debería haberte dado un tajo en el brazo, al menos. Al menos eso.
Pero no lo hiciste, digo. Creí que ibas a darme una cuchillada, pero no lo hiciste. Luego te quité el cuchillo.
Dice: Siempre has tenido suerte. Me lo quitaste y me diste una bofetada. Siento mucho no haber utilizado aquel cuchillo. Un pequeño corte, al menos. Hasta un pequeño corte habría bastado para dejarte un buen recuerdo mío.
Tengo montones de recuerdos, digo. Y al punto me arrepiento de haberlo dicho.
Dice: Amén, hermano. Por si no te has dado cuenta, ahí está la manzana de la discordia. Ahí reside todo el problema. Pero en mi opinión, como ya te he dicho, recuerdas lo que no deberías recordar. Recuerdas las cosas bajas, vergonzosas. Por eso te has interesado tanto cuando he sacado a relucir lo del cuchillo.
Dice: Me pregunto si alguna vez te arrepientes de algo. Si es que ese sentimiento vale algo hoy día. No mucho, me temo. Aunque tú deberías ser ya un especialista en el tema.
Arrepentimiento, digo. No me interesa gran cosa, la verdad. No es un vocablo que utilice muy a menudo. Arrepentimiento. No, supongo que en general no siento nada parecido. Admito que tengo tendencia a recrearme en el lado oscuro de las cosas. Bueno, a veces. Pero ¿arrepentimiento? No, creo que no.
Dice: Eres un grandísimo hijo de perra, ¿lo sabías? Un despiadado e insensible hijo de perra. ¿ Te lo han dicho alguna vez?
Sí, tú, digo. Miles de veces.
Dice: Yo siempre digo la verdad. Aunque duela. Nunca podrás cogerme en una mentira.
Dice: Se me cayó la venda de los ojos hace mucho tiempo, pero ya era tarde. Tuve mi oportunidad, pero la dejé escapar entre los dedos. Durante un tiempo llegué incluso a pensar que volverías. ¿Cómo pude imaginar algo semejante? Debía de estar muy desquiciada. Tengo ganas de llorar a mares, pero no voy a darte ese placer.
Dice: ¿Sabes? Si te estuvieras quemando vivo ahora mismo, si de pronto tu cuerpo se pusiera a arder en este mismo instante, no correría a echarte encima un cubo de agua.
Ríe ante lo que acaba de decir. Pero su semblante vuelve a ponerse grave en seguida.
Dice: ¿Qué diablos haces aquí? ¿Quieres seguir oyendo cosas? Podría seguir así días y días. Creo que sé por qué has venido, pero quiero que seas tú quien me lo diga.
Al ver que no respondo, que sigo allí sentado y quieto, continúa.
Dice: A partir de entonces, a partir del día en que te fuiste, ya nada me importaba. Ni los niños, ni Dios, ni nada. Era como si no supiera qué cataclismo me había fulminado. Era como si de pronto hubiera dejado de vivir. Había ido viviendo año tras año, y de pronto la vida cesaba. No se detenía sin más, sino con un chirrido horrible. Pensé: si para él no valgo nada, tampoco valgo nada para mí misma, para nadie. Eso fue lo peor. Sentía que se me iba a romper el corazón. ¿Qué, digo? Se me había roto. Claro que se me rompió. Así, sin más. Y sigue roto, si te interesa saberlo. Esa es la verdad, en pocas palabras. Lo puse todo en ti: todos los huevos en la misma cesta. Eso es lo que hice. Todos los huevos podridos en la misma cesta.
Dice: Encontraste a otra, ¿no es eso? No te llevó mucho tiempo. Y ahora eres feliz. Eso es lo que dicen de ti, al menos. «Ahora es feliz.» ¿Sabes? ¡Leí todo lo que me mandaste! ¿Pensabas que no iba a hacerlo? Escuche, señor, le conozco muy bien. Siempre te he conocido bien. Entonces y ahora. Conozco el fondo de tu corazón. Todos sus recovecos. No lo olvides nunca. Tu corazón es una jungla, una selva oscura. Un cubo de la basura, por si quieres saberlo. Si quieren preguntar a alguien, diles que vengan a hablar conmigo. Yo sé muy bien cómo funcionas. Tú deja que vengan por aquí: se enterarán de un buen puñado de cosas. Yo estaba allí. En primera línea, camarada. Luego me exhibiste y ridiculizaste en tu... «literatura». Para que todo el mundo me compadeciera o se permitiera juzgarme. Pregúntame si me importaba. Pregúntame si pasé vergüenza. Vamos, pregúntamelo.
No, digo. No voy a preguntártelo. No quiero entrar en eso, digo.
¡Pues claro que no quieres! ¡Y también sabes por qué!
Dice: Querido, no quiero ofenderte, pero a veces creo que sería capaz de pegarte un tiro y quedarme mirando cómo estiras la pata.
Dice: No puedes mirarme a los ojos, ¿eh?
Dice (y son palabras literales): Ni siquiera eres capaz de mirarme a los ojos cuando te hablo.
Muy bien, de acuerdo, la miro a los ojos.
Dice: Así. Perfecto. Puede que así podamos llegar a alguna parte. Así está mucho mejor. Si la miras a los ojos, puedes saber mucho de la persona con quien hablas. Lo sabe todo el mundo. Pero ¿sabes otra cosa? Nadie en todo el planeta se atrevería a decírtela. Nadie más que yo. Yo tengo derecho. Me gané ese derecho, querido. Bien, escucha, te crees alguien que no eres. Esa es la pura verdad. Pero ¿qué puedo saber yo? Eso es lo que dirán en los cien próximos años. Dirán: «¿Quién era ella, al fin y al cabo?»
Dice: En cualquier caso, de lo que no hay duda es de que tú sí me has tomado a mí por otra persona. ¡Ya ni siquiera tengo el mismo nombre! Ni el que me pusieron cuando nací, ni el que llevé cuando vivía contigo, ni el que tenía hace un par de años. ¿Cómo se explica eso? ¿A qué vienen todos estos cambios? Pues bien, escucha: quiero que me dejes vivir en paz. Por favor. No creo que sea un crimen.
Dice: ¿No deberías estar en otra parte? ¿No tienes que coger ningún avión? ¿No tendrías que estar en algún sitio a doscientos kilómetros de aquí en este preciso instante?
No, digo. Y lo repito: No. No tengo que estar en ninguna parte.
Y entonces hago algo. Alargo la mano y le cojo la manga de la blusa entre el pulgar y el índice. Y eso es todo. No hago más que tocarla así, y después retiro la mano. Ella no se aparta. No se mueve.
Y he aquí lo que hago luego: me pongo de rodillas, un tipo grande como yo, y cojo el dobladillo de su vestido. ¿Qué estoy haciendo en el suelo? Me gustaría saberlo. Pero sé que estoy donde debo estar, y sigo de rodillas aferrado al bajo de su vestido.
Se queda inmóvil un instante, pero al momento siguiente dice: Está bien, bobo. Eres tan tonto a veces... Levántate. Te digo que te levantes. Venga, hazme caso. Ya lo he superado. Me llevó bastante tiempo, pero logré superarlo. ¿Qué creías? ¿Que me iba a ser fácil? Luego apareces en mi puerta y toda la vieja historia se me viene de nuevo encima. Necesitaba airearla. Pero sabes y sé que todo aquello es agua pasada.
Dice: Durante mucho tiempo mi desconsuelo fue total. Inconsolable... Así estaba yo, cariño. Anota esa palabra en tu pequeña libreta. Puedo decir por experiencia que es la palabra más triste de todo el diccionario. Bien, pero al final pude superarlo. El tiempo es un caballero, dijo un sabio. O alguna mujer vieja y cansada, quién sabe.
Dice: Ahora tengo una vida. Una vida diferente de la tuya, pero supongo que no debemos compararlas. Es mi vida, y eso es lo importante; es de eso de lo que tengo que ser más y más consciente a medida que envejezco. Pero no te sientas demasiado mal. Bueno, quizá tampoco pase nada porque te sientas un poco mal. No te morirás, y es lo menos que puede esperarse de alguien que no es capaz de arrepentirse.
Dice: Vamos, levántate. Tienes que irte. Mi marido está a punto de llegar para el almuerzo. ¿Cómo podría explicarle todo esto?
Es absurdo, pero sigo de rodillas aferrado al bajo de su vestido. No quiero soltarlo. Soy como un terrier, y es como si estuviera pegado al suelo. Como si no pudiera moverme.
Dice: Levántate ahora mismo. ¿Qué pasa? ¿Quieres algo más de mí? ¿Qué es lo que quieres? ¿Que te perdone? ¿Por eso haces todo esto? Es por eso, ¿no es cierto? Por eso te desviaste para venir a verme. Lo del cuchillo parece que te ha reanimado un poco. Creí que lo habías olvidado. Pero ahí estaba yo para recordártelo. Bien, si te vas ahora mismo te diré algo.
Dice: Te perdono.
Dice: ¿Satisfecho? ¿Mejor así? ¿Te sientes feliz? Sí, ahora se siente feliz.
Pero yo sigo allí, arrodillado.

Dice: ¿Has oído lo que he dicho? Tienes que irte. ¿Eh, bobo? Querido, te he dicho que te perdono. Hasta te he recordado lo del cuchillo. ¿Qué más puedo hacer? Has salido bien parado, pequeño. Vamos, date prisa, tienes que irte. Levántate. Así, muy bien. Sigues siendo un hombre grande, ¿eh? Aquí tienes tu sombrero. No te olvides el sombrero. Antes nunca llevabas sombrero. Nunca en la vida te había visto con sombrero.
Dice: Escucha. Mírame. Escucha atentamente lo que voy a decirte.
Se acerca. Su cara está apenas a un palmo de la mía. No habíamos estado tan cerca en mucho tiempo. Aspiro el aire entrecortado y quedamente para que no me oiga, y espero. Tengo la impresión de que el corazón me late más despacio.
Dice: Cuéntalo como crees que debes, y olvida lo demás. Como siempre has hecho. Llevas tanto tiempo haciéndolo que no te será muy difícil.
Dice: Bien. Ya está hecho. Eres libre, ¿no es cierto? Al menos piensas que lo eres. Libre al fin. Era una broma, pero no te rías. De todas formas te sientes mejor, ¿no crees?
Me acompaña por el pasillo.
Dice: No sé cómo podría explicarle esto a mi marido si apareciera en este momento. Pero qué importa. Si nos ponemos a pensarlo, hoy día a nadie le importa un comino nada. Además, creo que todo lo que podía pasar ya ha pasado. A propósito, mi marido se llama Fred. Es un buen hombre. Trabaja duro para ganarse la vida. Y se preocupa por mí.
Me acompaña hasta la puerta, que ha estado abierta todo el rato. Durante toda la mañana han estado entrando la luz y el aire fresco y los ruidos de la calle, pero no nos hemos dado cuenta. Miro hacia el exterior y veo, oh, Dios, una luna blanca suspendida en el cielo de la mañana. No creo haber visto jamás nada tan extraordinario. Pero me da miedo comentarlo. Sí, me da miedo. No sé lo que podría pasar. Hasta podría echarme a llorar. O no entender en absoluto mis propias palabras.
Dice: Puede que algún día vuelvas a verme o puede que no. Lo de hoy no tardará en borrarse, lo sabes. Pronto volverás a sentirte mal. A lo mejor consigues una buena historia de todo esto. Pero si es así, no quiero saberlo.
Le digo adiós. Ella no dice nada. Se mira las manos, luego se las mete en los bolsillos del vestido. Sacude la cabeza. Vuelve a entrar en casa, y esta vez cierra la puerta.
Me alejo por la acera. Unos niños se pasan un balón de fútbol al otro extremo de la calle. Pero no son hijos míos. Ni hijos de ella. Hay hojas secas por todas partes, incluso en las cunetas. Mire donde mire, las veo a montones. Caen de los árboles a mi paso. No puedo avanzar sin que mis pies tropiecen con ellas. Deberían hacer algo al respecto. Deberían tomarse la molestia de coger un rastrillo y dejar esto como es debido.

Cadencia.


Médanos.

Allí fue donde Leticia, mi novia del secundario, me dijo que me sentara en la arena, mientras ella se ponía encima de mí. Después, desplegando la pollera hindú como un abanico sobre mis muslos y riendo porque no tenía nada debajo, decía con su voz afónica y pequeña: "¡dale que no viene nadie, no viene nadie!"


Todos sabemos que fue
un verano descalzo y rubio
que arrastraba entre los pies
gotas claras de mar oscuro.

En el pecho dos médanos eternos
y en los ojos un cielo transparente
que miraba detrás del sol
serena y furiosamente.

Quizás sepan que tenía
una eterna compañera
que reía y se entregaba
desnuda sobre la arena
que volaba cuando estaba en algún sueño,
para despertarse dentro de su dueño,
al que le daba su amor
hermosa y salvajemente.

viernes, 5 de octubre de 2012

Viernes: Joan, Roque, Silvio y Nino.


No exagero si te cuento que le hablo a tu fantasma,
que le solicito agua y hasta el buche de café.
En días graves le he pedido masajes para mi espalda
(los peores ni te cuento, porque no vas a creer).

Hay días que en tu sacrificio acaricio tu fantasma,
pero donde iba el delirio no oigo tu respiración.
Siempre termino en lo mismo: asesino tu fantasma
y la diana me sorprende recostado en el balcón.

http://youtu.be/bXSxdSPANFg


Pero quise llegar un poco más lejos. Consideraba que todas esas continuas batallas mentales me estaban restando energía para emprender otras actividades, me impedían concentrarme en el trabajo y por eso debía elaborar estrategias renovadas. Lo que podía haber invertido en la construcción y permanencia de las parejas, debía utilizarlo para eludir el pensamiento del pasado con ellas. Me dije que lo mejor era dejar salir a cada una de mi mente y lograr que estuviesen presentes de una manera concreta en el departamento, pero no a través de fotografías u objetos relacionados con ellas.    Entonces, seleccioné entre cinco chicas, tres: Adriana, Cecilia y Wanda. Por un tiempo -y hasta tanto curase esa enfermedad del pensamiento que hoy se me presenta como una caricatura- cada una de ellas pasaría a constituirse en un ambiente del departamento, para lo cual debía relacionar aspectos de su carácter con características específicas de esos lugares.   Lo primero que se me ocurrió, mientras me duchaba, era que el baño, la intimidad del cuerpo desnudo, la mirada final del espejo antes de salir y la blanca luz de los azulejos tenía que ver con Wanda, con su sensualidad y su entrega en el sexo. A Cecilia, la que tenía que ver más con el barrio y que era cálida y tierna, pero a la vez práctica, le reservé la cocina. Dudé entre Wanda y Adriana para el dormitorio, pero finalmente me decidí por Wanda, porque de todas, era la que tenía el pelo más largo y usaba polleras hindúes, que son las que más me gustan. Tanto uno como otro despliegue -el del pelo y el de una pollera- lo relacioné siempre con el momento previo al sexo.   Adriana era el ambiente elegido para estar la mayor parte del tiempo, en el que se piensan muchas cosas, en las que se deliran proyectos y fantasías, en donde se comienzan a tomar las primeras copas y donde también, más tarde, uno se arrepiente de haberlas tomado.   Ese canon incluía una cláusula fundamental: sólo dejar llegar los buenos momentos vividos. Quería que el olvido comenzara a partir de la expiración de las bellas imágenes y no del odio, porque no es a través del recuerdo de un daño o una traición como podemos olvidar, sino a través de la lenta caída de aquella escena adorada en la memoria.   En los días siguientes, el departamento parecía un pequeño parque de diversiones mental. Antes de ir a trabajar, desayunaba parado frente a las hornallas y escuchaba la risa de Cecilia, que estaba untando con manteca un pan de fonda, al que después le arrojaba una lluvia de azúcar. Recuerdo que muchos domingos, con el sol de mediodía sobre la cabeza, y todavía con granos de azúcar en la boca, que nos servían para darnos esos besos de migas de pan y melaza, caminábamos veinte cuadras hasta la cancha y yo estaba feliz porque había conseguido unir en una chica algo impensado hasta ese momento: el barrio, la infancia -eso es el fútbol- y el amor de una mujer.  Había noches de ese segundo verano en el departamento en las que entraba sigiloso al dormitorio como si Wanda estuviera esperándome y recorría con la mirada la luz de la calle -que entraba, entrecortada, por la persiana- y que se mezclaba con la pequeña claridad que provenía de la puerta detrás de mí. Era una especie de bruma erótica que me llevaba hacia otra pieza, la de una casa que compartía en la época de la facultad cuando estaba con ella. En ese momento previo al sexo, Wanda era más libre, resuelta y tierna que en otros momentos de la relación, como si ir al cine, comentar algún libro o besarse en una plaza fuesen solamente trámites que debían cumplirse para el "estar en pareja", porque para ella todo era preparación para el momento del amor.
   El ambiente grande, el de la habitualidad y el de los pensamientos que pretendían ser ordenados y definitivos, era el de Adriana. Ella tenía el derecho de las largas horas en el ambiente principal. Había sido la más duradera de las relaciones y tenía lo que para mí es característico de un espacio de este tipo: un cierto grado de equilibrio que lo da el hecho de vivir la mayor parte del tiempo allí. Es un lugar donde pueden existir pensamientos extremos de pena o abatimiento y también picos de alegría desmesurada con bailes solitarios a la luz de la luna repitiendo veinte veces la canción favorita. Durante un lapso considerable y como sucedía con ese ambiente principal, con Adriana "estaba", a diferencia de lo que significa "ir a" ("me voy a cambiar" o "voy a ir a dormir").       Logré, por un tiempo, que sus figuras estuviesen ocupando los espacios reales de los ambientes del departamento. Y comprobé que mi memoria se despejaba, porque al abrir la puerta del recuerdo, ellas no estaban en mi pensamiento, sino que acompañaban mis movimientos y los ecos de sus palabras entablaban diálogos con mi soledad. Con Adriana pude terminar de acomodar la biblioteca de acuerdo a una disposición que discutimos una tarde de tormenta; intercambiamos con Cecilia posibilidades de la colocación de los utensilios de la cocina de manera que resultaran fácilmente manejables y, más de una vez, Wanda ceñía con sus manos mis pantalones frente al espejo, mientras yo sonreía mirándome, como si ella fuera la que me estuviese mirando.





Adriana en el séptimo piso.